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Kozmic blues again, mama!

Marcelino arroyo de charco

 

No somos una sociedad demasiado puritana, o eso creo, pero a veces hay canciones que pueden escandalizar bastante. Aludir a lo escatológico, a lo sexual, a lo carnal, se considera demasiado a menudo como un gesto de mal gusto. Entre lo infantil y lo asqueroso: contar cosas sobre pedos, cacas o penes no puede tomarse en serio. Sin embargo, a veces son necesarias estas alusiones, estos recuerdos de que, después de todo, tenemos una parte animal bastante importante, aunque la tratemos de esconder. Por ello, cuando alguien hace poesía, música, que supone esta dimensión espiritual, artística y pura, y la hace a través de palabrotas y fluidos corporales, se puede llegar a obtener algo realmente interesante. Y esas metáforas son de las que no encontraremos en las poesías de los libros de texto, ni en una antología de poesía en español, ni en un lugar demasiado valorado para aquellos críticos del arte que jerarquizan la música, el cine y la poesía. Estas metáforas descarnadas se encuentran en la poesía callejera. La poesía callejera, la que se dice que durante algún tiempo hizo Joaquín Sabina, la de Extremoduro, y, también, la de Albert Pla.

Pla se presenta como un personaje. Cantautor, poeta, artista.... esto sólo lo es para algunos, para muchos es solamente un personaje, un payaso, un tipo que quiere llamar la atención. Y, desde luego, lo consigue, por sus canciones, por sus entrevistas, por sus pequeños papeles en alguna película o cortometraje, por sus apariciones públicas. Es todo un personaje. Personalmente, no puedo decir mucho sobre él, me había pasado desapercibido hasta hace unos meses. Ahora, en cambio, sé que escucharlo me reconforta. Me gusta su voz, de cagueta, suave y algo cutre, sin lucirse, sin aparentar. Es fácil reírse la primera vez que lo escuchas, como levantar las cejas por alguna expresión demasiado dura, teniendo en cuenta a la delicadeza a la que hemos acostumbrado a nuestros oídos. Más adelante, las letras curiosas y graciosas se convierten en agudas ironías, en poesía, en susurros, en metáforas sobre mí, sobre ti, sobre nosotros y el modo en que llevamos nuestra vida, perdidos, enamorados, desengañados, lo que sea.

El disco "Veintegenarios en Alburquerque[1]", de 1997, empieza con "Marcelino arroyo de charco", una introducción estupenda, a mí gusto. Qué mejor forma de empezar un disco que con un nacimiento, una cagada, qué importa. Y los primeros consejos al llegar al mundo, consejos que no siempre nos dan, que se centran tanto en lo absurdo, lo básico, lo simple, que al final acaban siendo de los más útiles.

 

Marcelino, arroyo de charco

Entró en el retrete
Se subió la falda
Le dolía el vientre
Se bajó las bragas
Se sentó en el wáter
del bar más cercano
se llamaba Matilde
y se estaba cagando

Pero el cuerpo se resiente
de comer tan malamente
Eso le ocurrió a Matilde
que se le desorientó el vientre

Y rompió aguas defecando
y así dió a luz por el culo
un cagarro que lloraba
Así nació su primer hijo

Sin previo aviso ni embarazo
en vez de cagar
parió a un niño

Lindo retoño
Se llamaría Marcelino

Ay, ay Marcelino bienvenido al paraíso
no llores más y alégrate de seguir vivo
mejor vivir en este mundo que en mi culo
porque, aunque tú
seas un mierda, esta tierra es tu letrina
no llores más y límpiala con tu sonrisa
Es tu alegría quien tira de la cadena

Ay, ay Marcelino, bienvenido al paraíso
Primero aprendes como reírte de ti mismo
y te será fácil descojonarte de todo
Porque si tú
Si te tomas la vida en serio, estás perdido
Pásalo bien pa’ cuatro días que vivimos,
pasa de todo y tómatelo a cachondeo

Y es que con tanta porquería,
la que nos mandan desde arriba,
levantamos paraísos
de inmundicia y alegría
Edifícate un palacio de mentira
y con sonrisas

Te llamarás
Marcelino arroyo del charco

Ay, ay Marcelino bienvenido al paraíso
quizás es cierto que vivimos malos tiempos
Esto es un infierno
y tú un pobre diablillo
ponte a bailar esta esperpéntica y dramática comedia
nunca consientas
que nadie te agüe la fiesta
ni tus miserias
ni las desgracias ajenas

Ay, ay Marcelino bienvenido al paraíso
no es humor negro
ni una broma de mal gusto
es sólo un chiste
lo que es un chiste muy profundo

Fíjate bien
que es tan absurdo
que resulta divertido
que es tan gracioso
ver que siendo como somos
lo mal que estamos
pero, ay, qué bien que lo pasamos...

Lo que empieza siendo una coña que haría gracia a unos críos, respecto a una indigestión, una cagada y un váter, tiene un mensaje adulto, y sano, muy sano. Juguetona e irónica, con humor, esta canción me sienta bien. Me sienta bien porque es una caída repentina de preocupaciones, inseguridades y tristezas. Es asumir que el mundo es una letrina, de modo que no vamos a salvarnos de mancharnos de mierda. Y, dado esto, mejor tomarlo con humor. Al fin y al cabo, el sentido del humor es lo que siempre nos queda, el reír, y, lo más importante, el saber reírse de uno mismo. Saber reírse de uno mismo es saber mantener distancia, saber desidealizarte, saber tomarte como persona que comete errores, cagadas, que queda mal, que se cae, que no siempre tiene la buena conducta y la buena palabra. Saber distanciarse del amor exigente a uno mismo, para tener un amor sano de aceptar los propios defectos y saber reírse de ellos. "Primero aprendes como reírte de ti mismo", y el resto vendrá rodado. Lo primero es saber reír, que es el modo en que la vida sabe bien, a pesar de las circunstancias, los problemas o las dificultades; con risas la vida sabe bien, para mí y, por contagio, para el resto.

 

 


[1] Una buena reseña sobre el álbum en: http://lutxo2073.blogspot.com/2005/07/drogadicto-los-14-anciano-los-23.html

 

3 comentarios

Colibrí Lillith -

Respondiendo a Kalitro:
Bueno, tampoco entraré a discutir categorías. Desde luego unos son más comerciales que otros (lo cual les separa bastante de lo más 'callejero'). Pero para mí gusto los mismos Beatniks tenían bastante más cuento encima que verdadero arte por 'lo vulgar'.

Orochi -

Después dices que no te agrega nadie... ¡tú tampoco lo haces! xDD

PD: Agregada xD

Kalitro -

La letra no está malota y el mensaje es muy inspirado, pero en general el concepto de poeta del pueblo que llevan Extremoduro y otros me resulta harto ridículo. Se puede hablar de forma escatológica y sexual y haciéndolo además con genialidad. A los Bukowski o los beatnicks cincuenteros me remito. Qué leches o a Mamá Ladilla o el Chivi.